La Transpacific Yacht Race, más conocida como la Transpac, es una regata que, desde 1906, une Los Ángeles y Honolulu. Recorre un total de 2225 millas náuticas atravesando parte del Océano Pacífico.
En la edición 2017, a bordo del Tropic Thunder, un Beneteau 46 participaron nuestros consocios los hermanos Gonzalo e Inés Nandin quienes nos relatan su experiencia a continuación.
“El capitán logro formar una tripulación buenísima. Éramos 9 personas en un 46 pies conviviendo así que bastante apretaditos.Hicimos un esquema de guardias de 6 horas de día y 4 horas de noche” dijo Gonzalo.
En nuestra guardia éramos: Ine “Lisa” Nandin, Gonzalo “Laulou” Nandin , Morgan “Chewbacca” Morash y John “Cap” Miller.
Surreal despertarte en el medio de la noche y escuchar “Trim the guy! Ease the tack! Smudge the downfacker! Ready to hoist?” (Cazen la braza, filen el tack, repicá el contra, ¡listos para izar?) Otro idioma… pero la misma pasión.
Tuvimos una serie de acontecimientos desafortunados: explotamos un spinakker, alguna que otra round up (ida a la orza), roturas varias en la mayor, un día nos abandonaron los instrumentos… Pero nada superó la tragedia de que el freezer nos abandonó el día 6… tuvimos que tirar un montón de burritos y comidas preparadas y pasamos a vivir a base de trail mix y oatmeal.
Para agregarle más chimichurri o cholula sauce, se rompió la watermaker 3 días antes de llegar… No mas oatmeal, ni café, ni cepillarse los dientes.
El asunto del agua me asustó un poco personalmente. Especialmente porque se rompió un bidón de los de emergencia y hacés tus números… 9 personas, 30 litros de agua, 3 días da poquito más de un litro de por persona por día. ¡Incluyendo la que necesitamos para cocinar!
Y cuando te dicen que tenés que racionar el agua, ¡automáticamente te agarra una sed terrible!
Tampoco íbamos a poder llegar sin que nos agarre una tormenta y como no podía ser de otra manera, tenía que agarrarnos de noche y a todo trapo. Nos agarro un mini ataque pero la pasamos super tranqui.
Con la otra guardia nos cruzábamos dos o tres horas por día, casi siempre en el cambio de guardia del mediodía. Llamada la social hour. Siempre la guardía que se iba a dormir le hacia café y comida a los de turno. Eso fue una costumbre que adoptaron gracias a nosotros, obvio. Los cambios de guardia de noche eran un poco más secos, ya que todos estábamos mas cansados. Aaron “Her Royal Highness” Shermann (proel) siempre era el primero en salir, junto a Matt Hansen (timonel).
Brenda van Fossen (watch captain) y Gary Peterson (simplemente gary) siempre salían descansados y con ganas de charlar.
Jack “The Wizard” Everett, el navegador, cada tanto se asomaba en la companionway y murmuraba: “240, 240”.
Pero era el administrador de la conexión satelital así que la mayor parte del tiempo nos estaba retando para que no usemos el internet.”
“Las dos watch tenían 4 tripulantes pero efectivamente 3 eran los que navegaban el barco y hacían maniobras. Timón, pianito y proel” contó Inés. “Cuando había que arriar el asimétrico o spi o tomar rizos o izar alguien al mástil, sumábamos 2 más a cubierta del otro watch. El primer squall nos toco a nosotros, terminado el watch de 00- 04 AM, viento constante de 24 nudos de noche, con el A2 y mayor completa. Durante toda la guardia estuvimos trimando el “de-power”, osea estábamos al límite de cambiar al A5.
En cubierta éramos 3 y la navegación era intensa al milímetro La noche pitch black. Lalo al timón barrenando olas que no se veían pero se sentían. Yo al traveller, vang y escota de mayor, Morgan escota de asimétrico. Para cuando nos pego el squall “el hands on deck ” fue tarde y las 2 personas extra a cubierta no llegaron a tiempo. Lalo grita: “Impossible to douse, I bare away, we sail through it (impossible arriar, derivo y la navegamos…)
Viento en 30 nudos…. silencio… filamos escota de spi, bajamos traveller y… finalmente el vang. Ya no había más depower. La noche negra se volvió blanca, el viento volaba la lluvia torrencial y al caer al océano hacía que todo se viera blanco. Navegamos. Nos reímos y finalmente a dormir. También tuvimos calmas – sin más que hacer que jugar a escondernos del sol. Como el ajedrez: cada guardia una jugada.
Al día 10 de navegación, los ánimos se fueron transformando. Todos pasaban por la mesa de navegación a ver el ETA. Opinando del Vmg vs speed, el rumbo etc. Apuestas de cuando llegaríamos. Empezó a hacer calor, lo cual impactó en las horas se sueño, en la hidratación y en la comida.
Las últimas 40 millas a Hawaii los 6 más activos estuvimos On watch: al timón Morgan, Lalo y yo. Izamos la bandera argentina. Nos cruzamos con stand up paddlers, barcos portaaviones de la marina y ya se veía la Playa de Waikiki. La línea de llegaba la timoneó El Capitán. Pasamos la boya alineada con el faro y a través del VHF confirmaron la llegada.
Las regatas oceánicas no son como un barlo- sota, sino que son como una maratón. Es importante tener perseverancia y estar físicamente y emocionalmente preparados. Hacer un cruce así con un hermano es una experiencia increíble, tener un aliado, confiar plenamente en los skills y saber que no importa cuán grande sea el desafío, hay equipo para navegarlo.
En la marina Juampi Dubini, mi esposo, sabiendo de la falta de agua nos recibió con agua, botellas de champagne y flores: una bienvenida increíble. Hablamos con nuestra familia en Buenos Aires, mamá y papá y hermanos, especialmente con Santi Nandin que fue ¡nuestro Shore manager! Invaluable su apoyo y contribución durante todo el cruce.”
Sin dudas, una experiencia que ambos recordarán toda su vida.
Para ver los resultados completos pueden entrar en el sitio oficial de la Transpacific Yacht Race.